THE PILGRIM’S AXIOMS

Yourden Ricardo por Jesús Rosado

La biografía artística de Yourden Ricardo (Isla de Pinos, 1974) bien pudiera haber comenzado bastante antes de su llegada al mundo. Como hipótesis quizás suene a divertimento, a broma disparatada, pero para el autor no sería incongruente con su concepción sobre la impermanencia, pues desde su espiritualismo considera que la vida humana fluye en inexorables ciclos a través de los tiempos. Cuando en cierto momento el pintor y yo comentábamos aquel encuentro casual de Giorgio de Chirico con Carlo Carrá en el Hospital Militar de Ferrara en 1916, evento que no sólo marcaría el comienzo de una profunda amistad, sino también el alumbramiento de lo que se dio a conocer como pintura metafísica, aunque Ricardo se iniciaba en los detalles del hecho, lo acogió imperturbable, como un precedente consustancial a sus inquietudes.

Yourden Ricardo, Cuando el efecto se convierte en causa, 2016, oil on canvas, 59 x 59
Yourden Ricardo, Cuando el efecto se convierte en causa, 2016, oil on canvas, 59 x 59”

Las pinturas de aquellos precursores del Surrealismo, a los que se unieron después Alberto Savinio, Giorgio Morandi y Filippo de Pisis, emergían de la necesidad de explorar en la energía interior que atribuían a objetos e iconos cuando éstos eran enajenados de su entorno. En esa obsesión por adentrarse en zonas inaccesibles de la realidad, el grupo rompió con la reproducción puritana dislocando los ordenamientos convencionales para dar paso a una subjetividad más conectada al inconsciente que a flujos racionales.

En la serie Los Axiomas del peregrino de Yourden Ricardo es evidente la afinidad con los tanteos de los pintores metafísicos, tanto como con el pensamiento freudiano de sus sucesores surrealistas. En sus imágenes se observa la misma insistencia por confrontar la lógica, al trasladar elementos copiados de la realidad para agruparlos en un juego de absurdos que, de cierto modo, evoca las atmósferas oníricas —casi espectrales— de un Magritte o un Chirico. La imagen alucinante, por ejemplo, que puede apreciarse en La frialdad que me enciende, donde el corazón-candelabro sumergido en la bandeja con hielo soporta una vela encendida, es una buena muestra de que las concepciones formales del autor son deudoras, a su manera, de las definiciones de Breton.

Sin embargo, los móviles de su narrativa corren por cauces diferentes al comportamiento intuitivo de los surrealistas. El simbolismo cerebral de Ricardo responde a su formación dentro del Rosacrucismo, una orden fraternal hermética cuyo sistema de filosofía mística se erige a partir del impacto de las milenarias doctrinas hinduistas en la cultura occidental. 

Yourden Ricardo, Armor, 2017, oil on canvas, 80 x 51
Yourden Ricardo, Armor, 2017, oil on canvas, 80 x 51”

A diferencia de los predecesores surrealistas, el arte de Ricardo está sujeto a procesos mentales más laberínticos. Su práctica de la meditación, como procedimiento catártico hasta arribar al tema de sublimación, involucra un entrenamiento de la mente para acceder a niveles elevados de la percepción y la conciencia. Según nos ha referido el pintor, durante el tiempo de recogimiento interior, su cultura pictórica se hace susceptible todo el tiempo a las energías y visiones que circulan libremente en el trance.

Lo que no deja de sorprender es que, pudiendo Ricardo haber derivado su mística hacia formas más abstractas, haya optado por revisitar los caminos tradicionales de la pintura. Quizás las razones se expliquen por lo que señalaba Kandinsky: “Cuando se alcanza un alto nivel de desarrollo de la sensibilidad, los objetos y los seres adquieren un valor interior y, finalmente, hasta un sonido interno”. Pero el uso de modalidades representativas pre-vanguardistas no es exactamente una regresión acrítica en el caso de Ricardo. El recurso de la captura mimética —y no “otra cosa”— para atrapar claves incorpóreas implica, a la hora de conciliarlo con la figuración hiperrealista, una estudiada revisión de las diversas actitudes del realismo moderno.

Es evidente en sus trabajos el intento de absorción del “superrealismo” pautado por Claudio Bravo, una asimilación rayana en devoción. A base de dedicarle horas de estudio, Ricardo se ha aplicado en incorporar las dinámicas procesuales del maestro chileno para lograr consistencia en los planteamientos de color, volúmenes, profundidades, relieves, luz y, sobre todo, la precisión. 

En el proceso, todo lo superfluo quedará excluido. Sus construcciones recurren a la economía de protagonistas. No rebasan los tres o cuatro componentes puntuales, cuya asociación simbólica ya quedó pactada definitivamente en el discernimiento. En ello reside el misterio de las piezas que integran esta serie, donde el lenguaje pictórico pugna por comunicar los axiomas tácitos del autor sin sucumbir a la obscenidad de lo explícito.

Sus códigos son inequívocos. El corazón como alegoría existencial; el anzuelo, símbolo de la Providencia; las herramientas, expresión de vida y depuración. El discurso de Ricardo alude a principios y leyes de la tradición esotérica occidental. En Correspondence, tal como adelanta el título, el autor da su visión de la ley de correspondencia contenida en el Kybalion, simultaneando corazón y huevo (signos de vida) sobre un plato blanco, ambos sostenidos por el anzuelo providencial. En otra de las piezas, Cuando el efecto se convierte en causa, una de las más impresionantes por la sensación casi escultórica que ha logrado el pincel, Ricardo modela un conducto en espiral cuyos extremos están rematados por sendas canoas, metáfora que pretende resumir uno de los principios más difundidos de las enseñanzas del Hermetismo.

Yourden Ricardo, Correspondence, 2017, oil on canvas, 27 x 55
Yourden Ricardo, Correspondence, 2017, oil on canvas, 27 x 55”

Para arribar a resultados convincentes, la jornada que cubre Ricardo es laboriosa. Ya explicamos cómo, en primer lugar, visualiza la idea temática. El próximo paso es construir artesanalmente una maqueta, que dotará de sustancia a lo que germinó en la experiencia introspectiva. Luego, prepara meticulosamente un set para fotografiar el artefacto o ensamblaje construido. Tras la sesión, elige la imagen que merece ser trasladada al lienzo y decide si aún tiene que intervenirla con recursos adicionales. Con el proyecto definitivo en mano, se dispone entonces al paso crucial: concretarlo a puro pincel en el plano bidimensional.

El trabajo de Yourden Ricardo viene a ser nota fresca en el proceso de reconsideración de la pintura en el continente. El reciclaje fotorrealista en función de motivaciones contemplativas en pleno siglo XXI genera un sugestivo efecto contrastante. Es una obra peculiar en medio de las percepciones culturales contemporáneas, sujetas a las revoluciones de la tecnología y a las ideologías del consumo. Llama la atención que, adyacente a los ensimismamientos de Ricardo, se insinúa un cúmulo de inquietudes éticas vinculadas a la interacción del ser actual con su circunstancia, entendiéndolo como lo define, más allá de lo cronológico, el pensador italiano Giorgio Agamben: “Un contemporáneo es aquel que tiene la mirada fija en su tiempo […] aquel que no se deja cegar por las luces del siglo y que logra distinguir en ellas la parte de la sombra, su íntima oscuridad.”

Con su aporte al examen del Ser como entidad abarcadora, el pintor se incorpora a una saga de implosiones místicas en el panorama del arte cubano, que se iniciaron en el ascetismo expresionista de Fidelio Ponce y continuaron con las incursiones inmateriales de Rafael Soriano, los paisajes idealizados de Tomás Sánchez y la religiosidad de Heriberto Mora, entre otros.

Heredero de exploraciones intrincadas, el anhelo de Ricardo por compartir su sensible interpretación de la existencia puede parecer complejo a primera vista. Absorta la mirada en sus lienzos, las posibles conjeturas serán múltiples. Pero las obras exhiben suficiente agarre gracias al riguroso culto a la semejanza, al esmero por depurar imperfecciones en la hechura y a una suerte de sensualidad casi táctil, la cual invita a sumergirse en las honduras ontológicas de cada propuesta.

Youden Ricardo, Unfair Balance, 2017, oil on canvas, 80 x 50
Youden Ricardo, Unfair Balance, 2017, oil on canvas, 80 x 50”

¡Ojo!, porque esa primera incitación pudiera precipitarnos, de modo inadvertido, en los laberintos recorridos previamente por el autor antes de poner rumbo hacia el arduo camino del autoconocimiento.

Jesús Rosado©

Miami, Febrero de 2018

Texto original para el catalogo de la exposición por Jesús Rosado©

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